viernes, 23 de junio de 2023

¿Qué sería de mí sin móvil?

Antonio despertó esa mañana y normalmente, al estirar el brazo, cogía sus gafas y el móvil de inmediato para consultar las noticias matutinas que le brindaba XILEXA©. Esperaba ansiosamente leer alguna noticia sobre el regreso del ser humano a la Luna, la cura del cáncer o el descubrimiento de la energía de fusión nuclear, lo cual resolvería los problemas energéticos de la humanidad e incluso reduciría la factura del gas.

Pero esta vez encontró solo sus gafas. El móvil no estaba en su lugar, creyó que tal vez lo había olvidado en el coche y de repente el destino de la humanidad se volvió su menor preocupación. Sintió un gran vacío en el alma, como cuando su madre se enfadaba y le dejaba sin postre. Además, se dio cuenta de que llegaba tarde al trabajo.

"Lo uso para todo".

Tomó la ducha matutina, que resultó ser menos agradable de lo habitual, ya que solía escuchar Los Cuarenta Classic en la aplicación de radio de su móvil XIMOVIL©. Normalmente, desayunaba café con tostadas y algo de fruta, pero esa mañana decidió hacer ayuno intermitente (aunque en realidad solo quería llegar rápidamente al coche) para ver si finalmente encontraba su cerebro, o mejor dicho, su móvil.

Al salir de casa, cerró la puerta y justo en ese momento recordó que desde hacía dos semanas había automatizado su casa con el sistema atomático de Jeff Bezos, patentado por la NADA©. Ahora, el único método de acceso era la activación de seguridad digital en dos pasos de la entrada a través de XILEXA©, su asistente virtual.

Un sudor frío recorrió su espalda.

Después de lograr abrir forzando ligeramente la cerradura del garaje, llegó a su coche solo para darse cuenta de que tampoco podía acceder a él debido a la configuración de la casa domótica que incluía el acceso al vehículo. Fue entonces cuando recordó que tenía una aplicación en su móvil por si acaso lo perdía. Sin embargo, para acceder a dicha aplicación, necesitaría recordar la contraseña, la cual tampoco recordaba en ese momento. De poco le sirvió la aplicación "Mejore su memoria con XILEXA©" que había estado utilizando durante las últimas dos semanas, ya que también requería una contraseña que no podía recordar en ese instante. Consideró que quizás la solución a este tipo de situaciones sería instalar una aplicación para almacenar todas las contraseñas.

Asustado por la sucesión de pensamientos tan apresurados, absurdos y caóticos, echó de menos nuevamente su móvil, ECHÓ DE MENOS NUEVAMENTE SU MÓVIL. ¿Había tenido el mismo pensamiento dos veces seguidas? Le pareció escuchar el sonido de un mensaje de WHATSUP©, pero resultó ser un grillo. ¿O tal vez solo lo escuchó en su mente? Decidió caminar y respirar profundamente, con la esperanza de despejarse un poco. Comenzaba a sentir una cierta ansiedad que creía haber olvidado hacía años.

Optó entonces por dirigirse al trabajo, convencido de que allí alguien le brindaría una solución a su problema. Como llegaría tarde de todas formas, decidió comprar otro móvil en el camino. Durante años, había utilizado el GPS© para llegar a cualquier lugar, ya que rara vez caminaba, y rápidamente se dio cuenta de lo cambiada que estaba la ciudad en la que había vivido los últimos 35 años de su vida.

 "Irreconocible", pensó. Todas las calles parecían iguales y, efectivamente, SE PERDIÓ.

Con la angustia de imaginar a su jefe reprendiéndolo, pensó en preguntar a alguien la hora, pero se sintió ridículo y se acercó a una parada de autobús para ver si aún mostraban la hora al público en algún panel informativo digital. "Por supuesto que ya no muestran la hora", pensó. "Todas las personas normales usan sus móviles para verla. Seguramente sean las nueve menos cuarto o así" calculó. ¿En qué momento había decidido dejar de usar un reloj de pulsera?, se preguntó. "En cuanto llegue a casa, compraré uno por SELVAZON©, uno que actualice automáticamente el horario de verano con la ayuda de SILEXA©. O mejor no, además, no recuerdo la contraseña".

Con un movimiento muy natural, tomó una mascarilla tirada en el suelo que parecía estar sucia o quizás defecada por un animal, se la colocó en la cara y se acercó a a unas jóvenes para pedirles ayuda, pero lo miraron asustadas y salieron corriendo. Se preguntó si habrían pensado que no llevaba móvil para evitar mostrar el certificado de vacunación obligatorio.


Así que se dirigió hacia una tienda de telefonía VOGEFON© que encontró en una calle desconocida para él.

Después de conversar con la dependienta, se dio cuenta de que no podría pagarlo, ya que el único método aceptado era a través de su móvil utilizando BUZIM©. Además, notó la mirada despectiva de las dependientas, quienes se cubrieron la boca con sus propias mascarillas. Mientras Antonio salía del lugar, pareció escuchar a una de ellas decir: "-¿Tú crees que ese señor no llevaba móvil?" "-No lo sé, pero tal vez deberíamos llamar a la policía por si acaso".

Antonio pasó todo el día perdido en la ciudad. Al llegar la noche, sin saber qué hacer y temiendo ser descubierto por una patrulla policial o rastreadores del COVID©, se refugió en un callejón entre cartones para pasar la noche. "Al menos el clima es bueno", pensó con un optimismo infalible que le ayudaba en aquel momento ridículo de su vida. En ese lugar, no había vecinos vigilantes en los balcones, "policías de balcón" como se les había llamado de manera despectiva durante la pandemia. Antonio siempre había seguido los protocolos y había denunciado de manera responsable a varios antiguos amigos que no cumplían con las normas mínimas cívicas, como vacunarse o encerrarse varias semanas en casa cuando sentían cualquier tipo de malestar físico.

Antonio nunca imaginó que la siguiente semana de su vida sería la última.

No pudo recibir su salario porque utilizaba un servicio bancario en línea y no había una sucursal a la cual acudir personalmente. Tampoco pudo llamar a su trabajo, ya que la única idea que se le ocurrió fue utilizar una cabina telefónica, algo cada vez más raro de encontrar. No recordaba los números de teléfono de sus amigos o familiares, ya que la mayoría de sus contactos eran virtuales. Además, se había vuelto tan dependiente del GPS© que no sabía cómo llegar a ningún lugar sin él. Lo peor de todo, no podía regresar a su casa porque el sistema de seguridad antirrobo vinculado a SILEXA© de Selvazon© probablemente estaría bloqueado, ya que se autentificaba mediante inteligencia artificial.

El viernes murió por un ataque de ansiedad.

Cuando los agentes de control social enmascarados y vacunados con múltiples dosis (dos de PFIZER© y tres de MODERNA©) encontraron su cuerpo, no pudieron verificar la identidad del cuerpo al no encontrar el móvil obligatorio así que procedieron a activar el protocolo de actuación para casos de sospecha COVID-24©.

Le roban el dinero, las gafas y lo echan a la fosa comun de desconocidos del sistema, justo al lado del crematorio de basuras.



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